La película que llegó a plataformas con elogios internacionales ha encendido un debate profundo en el sur. ¿Estamos ante una obra necesaria o ante otra narrativa que vuelve a dividirnos? En Puqblicity, te mostramos ambas miradas. Tú decides cuál pesa más.
Postura 1: Otra película que demoniza el progreso📍
Se estrenó con aplausos en Europa. Ganó premios en festivales. Se llenó de críticas entusiastas que hablaban de “revisión histórica” y “memoria de los pueblos originarios”. Pero cuando uno ve Los Colonos, lo que realmente encuentra es una historia contada desde un solo ángulo: el del resentimiento disfrazado de cine arte.
La película retrata a Tierra del Fuego como un infierno colonizado por hombres blancos sedientos de poder, donde el progreso es sinónimo de sangre y barbarie. Como si no existieran matices. Como si todo lo que se hizo en esta región —campos, caminos, soberanía, trabajo— hubiera sido obra del demonio.
¿Se cometieron abusos? Sin duda. ¿Eso invalida toda la historia del asentamiento en
Magallanes? ¿Eso justifica pintar a los colonos como psicópatas y al chileno mestizo como una víctima sin agencia? Porque Los Colonos no busca explicar, busca acusar. El problema no es que el cine hable de historia. El problema es cuando lo hace condescendientemente, juzgando desde el presente a quienes forjaron el sur en condiciones que pocos hoy podrían soportar. Como si construir un país en la Patagonia fuera fácil o limpio.
En tiempos en que Chile necesita unidad, reconstrucción y visión de futuro, Los Colonos apuesta por la división, el resentimiento y la narrativa binaria del bueno vs. malo. El problema es que en la vida real, nadie tiene las manos completamente limpias, ni completamente sucias.
Actualmente está disponible en Max y MUBI, y será vista por miles de jóvenes que —sin
contexto— podrían quedarse solo con la postal fácil: “todo fue culpa de los colonos”. Pero la historia es más compleja. Y por más aplaudida que sea la película, nada borra el hecho de
que sin esos colonos, Tierra del Fuego no estaría ni en el mapa.
